Media década han visto sucumbir estos pies en la ventana, los muevo deseosos de tocar piso, arena entre los dedos, mar que viene a aliviar los días. Las murallas en él hacen metamorfosis y van soltando los verbos, todos necesarios para asirse desde el reflejo de cualquier espacio que anuncie el cuerpo. Ha llovido a cántaros dentro, un río me atraviesa o soy acaso el mismo río. Se desborda entre las piernas y mis manos se integran para juntar todo aquello que alguna vez estuvo en mí, y el líquido se escurre por los dedos y comulgo, bebo a sorbos, me bebo, en un acto que no me limita, muto desgarrada en esto que soy y a quien pocos agrada ¿importa caso? Vuelvo entonces a juntar las manos en mi río, amplío mi boca y así, sin miedos, me recibo.

*Vicisitudes del espíritu